Optamos por un modelo de formación

“Aquel que ha iniciado en vosotros esta buena obra,

la llevará a  su cumplimiento hasta el día de >Cristo Jesús”

(Flp. 1,6)

 

Que fiel al evangelio, al carisma y a la Iglesia favorece la maduración de  personas y comunidades felices, discípulas centradas en Cristo, Buen Pastor y apasionadas por el Reino, como la primitiva comunidad cristiana  y  la comunidad de Mornés.

Un modelo formativo cuyo fin es la maduración integral de la persona, en una configuración progresiva con Cristo, apóstol del Padre, según el proyecto de vida trazado por las Constituciones de las FMA.

En un proceso gradual que genere mujeres de comunión, capaces de opciones claras, libres, conscientes de que son las primeras y directas responsables de su propia formación; que respeta los ritmos de crecimiento personal y permite descubrir, purificar, asumir y valorar en sí mismas los rasgos característicos del carisma salesiano. Que exige disponibilidad interior para acoger su propio crecimiento vocacional, como un camino de liberación de lo que impide una respuesta de amor plena y total.

Fomenta la vivencia de valores  básicos humanos – cristianos  y privilegia la experiencia humanizante y humanizadora de crecimiento  personal y comunitario, que lleva a la persona a vivir en actitud de discernimiento en los acontecimientos de la vida.

Que capacita  para la misión  y se realiza con el estilo formativo del sistema preventivo propio de la misión educativa salesiana: sensible a los nuevos desafíos, nuevas interpelaciones y exigencias de los distintos escenarios sociopolíticos del mundo actual,    y nos dispone a ir al encuentro de los y las jóvenes de las clases populares, especialmente los más pobres. Por ello, asume las características de la específica experiencia del Espíritu Santo que Don Bosco y Madre Mazzarello nos han trasmitido y que nosotras, personal y comunitariamente, tenemos el deber de vivir y desarrollar con corazón oratoriano en sintonía con la Iglesia.

Las coordenadas que lo hacen posible son: la comunidad local e Inspectorial  inserta en la realidad juvenil, popular y misionera del Ecuador, las múltiples mediaciones educativas, el diálogo con la Iglesia, la sociedad y las culturas, la familia salesiana, el tiempo como variable esencial de crecimiento, las diversas experiencias formativas de la vida compartida con las y los seglares.

Que descubre en María, madre y educadora de toda vocación salesiana,  la inspiradora de un estilo de vida religiosa que, en la escuela de la Palabra, responde a las exigencias de los tiempos para ser,  como ella,  signo y expresión del amor preventivo de Dios a los y las jóvenes.

Nuestro Objetivo: Fortalecer, en cada Hija de María Auxiliadora y en cada comunidad, la conciencia  de ser discípula  misionera de Jesucristo mediante la profundización y vivencia de la identidad carismática para el servicio del Reino.

Ámbitos de  

formación cristiana

Estoy firmemente convencido de que, quien inició en ustedes la buena obra, la irá consumando hasta el día de Cristo Jesús” (Filip. 1,6)

Que fiel al evangelio, al carisma y a la Iglesia favorece la maduración de  personas y comunidades felices, discípulas centradas en Cristo Buen Pastor y apasionadas por el Reino, como la primitiva comunidad cristiana  y  la comunidad de Mornés.

Que tiene su fundamento en el designio del Padre que en Cristo nos consagra, nos reúne y nos envía  y que mediante el Espíritu quiere reproducir en nosotras la imagen de su Hijo.

Un modelo formativo cuyo fin es la maduración integral de la persona, en una configuración progresiva con Cristo, apóstol del Padre, según el proyecto de vida trazado por las Constituciones de las FMA.En un proceso gradual que genere mujeres de comunión, capaces de opciones claras, libres, conscientes de que son las primeras y directas responsables de su propia formación; que respeta los ritmos de crecimiento personal y permite descubrir, purificar, asumir y valorar en sí misma los rasgos característicos del carisma salesiano.

Que exige disponibilidad interior para acoger su propio crecimiento vocacional como un camino de liberación de lo que impide una respuesta de amor plena y total.

Fomenta la vivencia de valores  básicos humanos – cristianos  y privilegia la experiencia humanizante y humanizadora de crecimiento  personal y comunitario, como experiencia que lleva a la persona a vivir en actitud de discernimiento un encuentro profundo con Dios en los acontecimientos de la vida.

Que capacita  para la misión  y se realiza con el estilo formativo del sistema preventivo propio de la misión educativa salesiana: sensible a los nuevos desafíos, nuevas interpelaciones y exigencias de los distintos escenarios sociopolíticos del mundo actual,    y nos dispone a ir al encuentro de los y las  niñas y jóvenes de las clases populares, especialmente las más pobres.

Por ello, asume las características de la específica experiencia del Espíritu Santo que Don Bosco y Madre Mazzarello nos han trasmitido y que nosotras, personal y comunitariamente, tenemos el deber de vivir y desarrollar, con corazón oratoriano en sintonía con la Iglesia.

Las coordenadas que lo hacen posible son: la comunidad local y provincial inserta en la realidad juvenil, popular y misionera del Ecuador, las múltiples mediaciones educativas, el diálogo con la Iglesia, la sociedad y las culturas, la familia salesiana, el tiempo como variable esencial de crecimiento, las diversas experiencias formativas de la vida compartida con las y los seglares.

Que descubre en María, madre y educadora de toda vocación salesiana,  la inspiradora de un estilo de vida religiosa que en la escuela de la Palabra, responde a las exigencias de los tiempos para ser,  como ella,  signo y expresión del amor preventivo de Dios a los y las jóvenes.

Formación Cristiana

Periodo de Orientación y Prueba

TOMADO DEL PROYECTO FORMATIVO DE LAS HIJAS DE MARIA AUXILIADORA
“En los surcos de la Alianza”

Documentos orientativos
Magisterio de la Iglesia: OT 2-3; RC 4.
Instituto: Const. 86-87; Regl. 81-85; PF 1975 48-5

Discernimiento y Confrontación
El periodo de orientación y prueba y de orientación es un tiempo en el que se ponen las bases del camino de formación que lleva a la joven a comprobar su proyecto vocacional y a asegurarse, a través de la experiencia, de que posee las cualidades requeridas para vivir la vida salesiana.
Es un tiempo de discernimiento para poder responder libremente y con mayor claridad a la propia vocación.
A la joven que ha madurado la decisión de elegir la vida consagrada en nuestro Instituto se le ofrece la posibilidad de un contacto con el carisma salesiano en una de nuestras comunidades.
Después de haber realizado la experiencia de confrontación con la guía y con la Inspectora, a quien compete la aceptación en el Instituto, la joven puede iniciar el camino que la llevará a clarificar mejor su vocación y a tomar una decisión más consciente.

Tipología de las jóvenes
Las jóvenes que llegan a esta fase presentan  características diversas según su edad, el ambiente del que provienen, el nivel cultural, las experiencias de vida y de fe. Algunas tienen una adecuada madurez humana, tal vez han experimentado la autonomía económica a través del trabajo. Otras han desempeñado funciones de animación en centros juveniles: son jóvenes que provienen  de grupos o movimientos y que con frecuencia  han hecho un camino de crecimiento espiritual en la escucha de la Palabra y el contacto frecuente co la Eucaristía.

En algunos contextos culturales, la presencia de preadolescentes y adolescentes es un dato bastante común: Estas necesitan itinerarios de crecimiento más amplios para poder iniciar  un camino vocacional específico. En cambio, puede haber jóvenes adultas de alguna manera ya han configurado su propia identidad, pero necesitan comprobar la consistencia de su opción en el contacto directo con una comunidad salesiana.

Itinerarios personalizados
Las topologías son diferentes, por eso es necesario que la formación y el acompañamiento sean personalizados, respetando la situación de partida  de cada una, teniendo presente que, también en las jóvenes más comprometidas, es posible encontrar signos de fragilidad ligados con frecuencia a una etapa de la identidad incompleta, debido a la fragmentación sociocultural o la falta de un camino serio de crecimiento humano cristiano.

Por esto el periodo de prueba y orientación se caracteriza por una gran flexibilidad, tanto en el trayecto formativo como en el modo de organizarlo y en la duración. En efecto, si ordinariamente el tiempo puede ser de un año, el periodo puede alargarse según la necesidad de cada persona. (cf.R85)

EXPERIENCIA FUNDAMENTALES

Vida cristiana intensa

La experiencia que cada joven vive en este tiempo es la de profundizar la intuición vocacional mediante una vida cristiana más intensa, a partir de la fidelidad al bautismo. Esta requiere una progresiva entrega a Dios, que hace posible la conversión del corazón.
Aprender a centrar la propia existencia en el seguimiento de Jesús es para algunas jóvenes sólo un inicio y para otras es la continuación de experiencias procedentes.

Lo cotidiano es el lugar concreto para encontrar a Dios, madurar en la relación con los otros y examinar la llamada.

Experiencia del Carisma.- En este periodo la joven tiene la posibilidad de experimentar de cerca la vida salesiana  en una comunidad de FMA concreta, donde se va implicando gradualmente. En ella comparte la espiritualidad que don Bosco y María Domínica han transmitido a las primeras hermanas y que continúa en la historia. A través de una iniciación adecuada se acerca al patrimonio del Instituto y comprueba para llegar a ser FMA.

En una comunidad en misión.- La joven vive, en muchos aspectos, una situación bastante nueva. Dejando la familia, se inserta en un grupo y en una comunidad donde entreteje nuevas relaciones y se hace disponible a las actividades comunitarias y apostólicas madurando gradualmente en la corresponsabilidad.
También la experiencia del estudio, para las que deben completar su currículo, resulta una magnifica ocasión de crecimiento en la ciudadanía activa que hace críticas y propuestas.
Si el grupo del cual hace parte la joven es numéricamente consistente, tendrá la posibilidad de medirse con ellas y de comprobar su aptitud para vivir y trabajar juntas en el nombre del Señor.(C49)

TAREAS DE DESARROLLO

Las tareas de desarrollo de esta fase, al mismo tiempo que consolidan la identidad personal, favorecen algunos aprendizajes vitales para la opción vocacional.
Tales tareas evolutivas se puede perfilar así:

Conocimiento de sí: Profundizar en el conocimiento de sí para aceptar la propia vida. Cuidar una relación serena con el propio cuerpo, una maduración afectiva proporcionada a la edad la lealtad consigo misma a través de la relectura de la historia personal y familiar, el aprecio por la propia cultura y estima por la cultura de las otras.Aspectos indispensables en este proceso de conocimiento son: la autonomía y la responsabilidad, la asunción personal de las exigencias del camino formativo y la capacidad de organizar el propio tiempo.

Autenticidad: Madurar una actitud sincera y transparente, especialmente en su relación con la guía, como expresión de libertad interior, a la luz de aquel “sí sí no no” del Evangelio(Mt 5, 37), que es la premisa indispensable de toda autenticidad humana. Clarificar en esta clave evangélica las propias motivaciones vocacionales.

Continuar el camino de crecimiento en la fe para aprender a buscar al Señor y a reconocerlo como la única respuesta a la profunda sed de amor y de gozo que la única respuesta a la profunda sed de amor y de gozo que la joven lleva en sí misma. Madurar la capacidad de confiarle a Ël toda la existencia: pensamientos, proyectos, opciones, y decisiones trabajo y estudio, relaciones y realizaciones.

Se trata de tomar conciencia de las exigencias del propio bautismo, en continuidad cristiana de la que se proviene o en actividades de animación en las que puede haber nacido la intuición vocacional.

Por esto es fundamental la iniciación a la oración personal, la participación activa en la oración comunitaria, la valoración de la Eucaristía y del sacramento de la Reconciliación. También es importante encaminarse gradualmente hacia la capacidad de leer a la luz de la Palabra los acontecimientos de la vida cotidiana, en una atmosfera de alegría y de esperanza.

La joven está llamada a profundizar la relación confiada con María, discípula de Cristo, a considerarla compañera de viaje. La virgen del sí se convierte en maestra y madre del discernimiento de la vida religiosa.

Maduración de las relaciones: desarrollar actitudes y comportamientos necesarios para vivir una experiencia comunitaria enriquecedora. Capacitarse gradualmente para vivir y trabajar juntas, para acoger a los otros y para establecer relaciones interpersonales serenas y abiertas.

Aceptar y valorar las diferencias como riqueza. Aprender a resolver los conflictos inherentes a cualquier interacción, armonizando autonomía y dependencia y determinándose a crecer en la lealtad.

Comprobación de las actitudes:  verificar las propias aptitudes como educadoras mediante el contacto con el carisma tal como se vive en la comunidad by a través de oportunas experiencias apostólica. Se trata de un acercamiento inicial que hace nacer la exigencia de conocer la historia y la experiencia de los fundadores, la riqueza de la tradición que nos ha sido transmitida de generación en generación.

POSTULANTADO

Dime si las postulantes son buenas,  si aumentan cada vez más su deseo  de hacerse santas y si desean consa grar todo su vida a Jesús
(María Domínica Mazzarello L.24,21)

El postulantado es un periodo de preparación al noviciado. Es una etapa preliminar, pero no simplemente de transición.. Tiene una fisonomía y una consistencia propias en cuanto itinerario formativo orgánico y comprometido respecto al tiempo precedente.

La joven, transcurrido el tiempo de orientación, en el que ha podido examinar en el contacto vivo con la comunidad de la Hija de María Auxiliadora su opción vocacional, si desea continuar y si es considerada idónea, presenta una solicitud explícita para iniciar el postulantado.

El trayecto de la formación en esta etapa se orienta a hacer que la experiencia vocacional asuma un carácter de mayor profundidad y un tono más explícitamente carismático.
Durante el postulantado la joven, mientras profundiza el conocimiento  de la llamada de Dios , es acompañada en el exigente camino que la lleva a realizar, de modo gradual pero decidido, las opciones evangélicas indispensables para hacer más profundo su encuentro personal con Cristo y más comprometida la entrega a la misión juvenil.

Para que el postulantado introduzca la forma más incisiva en el proceso formativo específico, en general, se interrumpe provisionalmente “los compromisos de estudio o de trabajo” que no permite afrontar las experiencias formativas propias de esta fase.

EXPRIENCIAS FUNDAMENTALES

La joven que comienza el período del postulantado ha vivido, con entusiasmo inicial de seguir al Señor, la dificultad de la búsqueda y la experiencia de clarificación de sí misma. Ha podido comprobar mejor su vocación en la confrontación con el estilo de vida de una comunidad salesiana concreta en el diálogo con la guía.

Interiorización de la experiencia vocacional

Las experiencias fundamentales que ahora son llamadas a vivir apuntan hacia la interiorización  y la personalización de lo que ya ha experimentado. En primer lugar trata de establecer una relación personal cada vez más auténtica y profunda con Cristo. Mediante la iniciación a la oración personal y comunitaria y el estudio serio de un camino espiritual mas exigente, la joven descubre en Jesús el centro de su existencia y el fundamento de su vocación.

Continua con el propósito de aquilatar su entrega  al Señor en la vida salesiana y, siempre en diálogo con la guía, decide si pide la admisión al noviciado.

Nueva Manera de relacionarse.

Vive la experiencia de un desprendimiento gradual de la familia y del propio ambiente de vida que la ha acompañado desde el comienzo. Aprende una nueva manera de relacionarse con los familiares, con los amigos y con la sociedad, experimentando progresivamente la pertenencia a la comunidad de la cual entra a formar parte.

Se abre al dinamismo apostólico de la Iglesia y a las alternativas sociales, desarrolla la capacidad de participación y madura en la apertura a la comunión.

El nuevo estilo de vida es el de la espiritualidad salesiana cuyos valores profundiza, mediante el testimonio de la comunidad y el compromiso personal de vivirlos.

TAREAS DE DESARROLLO

Durante el postulantado las tareas evolutivas que la joven afronta se hallan en continuidad con la de las fases precedentes.
En primer lugar es necesario que se haga consciente y responsable de la progresiva maduración que se ole exige y que al mismo tiempo esté dispuesta a dejarse acompañar.

Las tareas características de desarrollo son:

Diálogo consigo misma.- Continuar el camino de conocimiento y aceptación de sí misma identificando los propios recursos y las propias limitaciones.
De esta manera la joven potencia su la capacidad de asumir las tareas que le son confiadas y de llevarlas a término. Afronta con paz y sin sorpresas las diversas situaciones y dificultades que se le presentan.

Profundiza en el conocimiento de los propios valores culturales, valora la cultura de los demás y aprende a trabajar en grupo.

El paso que la joven está llamada a dar  requiere la asimilación de algunas actitudes de fondo; la sinceridad, la solidaridad, el don gratuito. La disponibilidad al servicio, el desprendimiento gradual  y sereno de costumbres y seguridades afectivas y económicas, el ejercicio de la ascesis en la autodisciplina y en el cumplimiento de los propios deberes, la capacidad de sacrificio para un don de si más tal y generoso.

Integración de los dinamismos afectivos.- Unificar e integrar la afectividad de cara a la opción  por la castidad consagrada. Este compromiso, que abraca toda la vida, tiene, tiene aquí un momento particular en su realización. Efectivamente, mientras la joven trata de releer la propia historia personal y familiar tomando conciencia de lo que ha vivido, aprende a valorar lo positivo que ha recibido y a identificar posibles condicionamientos y rasgos de inmadurez para asumirlos e integrarlos.

Desde esta perspectiva, es importante aprender cómo realizar el paso del yo al nosotros, del egocentrismo a la gratuidad, del individualismo al reconocimiento de los otros, del protagonismo a la corresponsabilidad.

Relación personal con Cristo.-  Radicar la propia experiencia de fe en la vida de oración personal y comunitaria.

La joven aprende a acercarse a la Palabra de Dios y a confrontar con ella la propia vida, valorando los espacios de silencio, de contemplación, de escucha que la ayudan a prolongar en la vida diaria el encuentro sacramental con Cristo.

En la profundización del misterio pascual y en la experiencia sacramental la joven alcanza una relación personal más profunda con Jesús, aprende a dejarse guiar por el Espíritu y crece en la conversación del corazón.

Los contenidos de la fe, profundizados y asimilados mediante el estudio y la reflexión personal, la llevan a una comprensión más intima de la presencia de María como la que escuchando la Palabra, la acoge, la medita en la oración, la anuncia a través de su vida (cf Lc, 1,26-38.”,19), y a un descubrimiento de la Iglesia, misterio de comunión en la diversidad de los carismas.

Apertura a la misión.- Realizar con entusiasmo y sentido de responsabilidad las experiencias apostólicas que le permiten asimilar el espíritu salesiano y probar la disposición a estar con las jóvenes, sobre todo con los más pobres.

Sentido de pertenencia.-  Crecer en el sentido de pertenencia mediante la participación activa en la vida y la misión de la comunidad y de la inspectoría

Aproximación a las fuentes.- Continuar profundizando, mediante el estudio y la aproximación  a las fuentes, el conocimiento de la vida de don Bosco y de María Dominica y de la historia del Instituto.

Confrontación con la guía.-   Dejarse  conocer y acompañar por la guía en una relación sincera, libre y responsable, por un camino de progresiva purificación de las propias motivaciones vocacionales para disponerse a afrontar, sin excesivas incertidumbres a dudas las exigencias formativas del noviciado.

NOVICIADO

“Ama a todos y a todas sus hermanas, ámalas siempre en el Señor, pero tu
corazón no lo dividas con nadie, que sea todo para Jesús”
María Dominica Mazzarello L 65,3).

Esta etapa formativa es objeto de especial atención por parte del Instituto, que reconoce su decisiva importancia. Durante el noviciado la joven aprende qué comporta el vivir como FMA dentro del espíritu de la alianza, ene l seguimiento de Cristo, según la 9dentidad carismática trazada en las Constituciones (cf. C90).

Con la ayuda de la comunidad y de la maestra, la novicia adquiere un conocimiento más profundo de la experiencia vocacional de los fundadores e interioriza los valores evangélicos  y salesianos, sobre todo gracias al testimonio  de vida que respira en el ambiente.

EXPERIENCIAS FUNDAMENTALES

Itinerario de seguimiento.-  La experiencia central para la joven es la de iniciar y experimentar un itinerario de seguimiento de Jesús y comprender las implicaciones concretas en la propia vida. Esto comporta una relación profunda y transformadora con el Señor para configurarse con él, hasta llegar a ser y actuar como él, con docilidad al Espíritu.

Implica hacer de Cristo el centro de la propia vida y adherirse a él sin anteponer nada a su amor.

Del grupo a la comunidad.-  La novicia experimenta en lo concreto de cada día la vida de comunidad a través de la reciprocidad de las relaciones en el espíritu de familia y en una inserción más activa y responsable en la misión.

Asimilación del Carisma.- Es guiada para que pueda asimilar el carisma a través del conocimiento y la práctica de las Constituciones, la confrontación vital con don Bosco y María Domínica y la experiencia de la misión educativa.

La mayor interiorización de los valores de la espiritualidad salesiana contribuye a acrecentar el gozo de la propia vocación, el sentido de pertenencia y la pasión por el da mihi animas, que lleva a la novicia a hacerse cargo de los jóvenes que le son confiados, capacitándose progresivamente para desarrollar las aptitudes y competencias educativas.

La participación en la misión, la apertura a la realidad juvenil  y a los problemas del mundo y de la Iglesia orientan a la joven para que adquiera el estilo del sistema preventivo dentro de una amplia irradiación eclesial y cultural.

Confrontación con la maestra.-  La confrontación con la maestra es fundamental en esta etapa formativa. Tal experiencia, según nuestra tradición requiere por arte de la novicia franqueza, confianza, y colaboración responsable.

TAREAS DE DESARROLLO

Las tareas evolutivas de esta fase, al situarse en la misma línea del camino  precedente, adquiere un carácter de iniciación. Se trata de un proceso de elaboración personal y de conocimiento que introduce a la joven cada vez más profundamente en la realidad de la alianza con Dios mediante una implicación total de sí misma.

Desde este punto de vista la novicia se compromete a realizar las tareas siguientes:

Unificación en torno a la opción vocacional.
Redefinir la identidad personal unificando los recursos de la feminidad en torno a la opción vocacional. La joven se empeña en orientar las propias energías afectivas en el don de sí y en relaciones libres y serenas.

Conscientes de ser llamada a hacerse cargo de las jóvenes y los jóvenes  pobres, madura un progresivo desprendimiento de sí y de las cosas en la línea de la sobriedad.
Crece gradualmente en la aceptación de las propias obligaciones  y se capacita para pasar de la responsabilidad a la corresponsabilidad a medida que desarrolla el sentido del nosotras y la conciencia de una misión común.

Valor del silencio y de la escucha.
Educarse a vivir el silencio como atmósfera indispensable para acoger una Presencia escuchar la Palabra, aprender a recoger la propia vida en torno a lo que verdaderamente cuenta.
Saber encontrar espacios de silencio en medio de la actividad apostólica y del trabajo cotidiano es una tarea importante, que facilita la unificación personal en la fragmentación típica de nuestro tiempo.

Encuentro personal con Jesús.
Intensificar el conocimiento y el amor a Jesús. A través del estudio vital de la Sagrada Escritura, acompañado por la experiencia de la lectio divina, la participación en la eucaristía  y en el sacramento de la Reconciliación, la liturgia de las horas y otras formas de oración personal y comunitaria es atraída cada vez con mayor fuerza, hacia el misterio del Verbo encarnado, que le revela la infinita misericordia del Padre y el fuego del Amor que ha venido a traer.

En el encuentro personal con Cristo, percibido como amigo y esposo en el que puede confiar, la joven aprende gradualmente a entregarle la vida, a acoger el misterio de la cruz y adquirir poco a poco una mentalidad evangélica con la que juzga acontecimientos y experiencias.

Consejos Evangélicos.
Unificar la existencia en torno a la opción por Cristo casto, pobre y obediente. La novicia se ejercita en vivir los consejos evangélicos como posibilidad de crecimiento en libertad y sobre todo como respuesta de un amor fiel. Profundiza su significado y su valor formativo. Con especial atención a la dimensión relacional de los votos, se le pide que desarrolle recursos nuevos que la hagan más madura, capaz de relacionarse humanamente ricas y de comunicación educativa.

Aprende a recorrer un camino de castidad elegida libre mente por el reino de los cielos, de solidaridad con el mundo de los pobres y de obediencia responsable al compartir la misión.

Entrega a María. 
Confiarse a María y redescubrirla como presencia materna y como auxilio en el propio camino de iniciación ala vida consagrada como FMA. La joven trata de conocerla más profundamente mediante la meditación del evangelio y el estudio de la  Teología.

Confrontándose con ella en la oración, aprende a custodiar y a vivir la Palabra a dejarse educar por los acontecimientos cotidianos, a gozar de su singular ternura materna y a asumir las mismas actitudes, especialmente de su sí al Padre.

Quien opta por vivir siguiendo a Jesús experimenta una especial sintonía con María, por Heber sido ella la primera en seguirlo como mujer y como discípula y su compañía en el itinerario de respuesta al señor es motivo de confianza y auxilio en la apertura a la misión.Vida comunitaria.-   abrirse a la vida comunitaria y al servicio en la familiaridad típicamente salesiana.

El empeño en aceptar el esfuerzo por construir la comunidad en la vida cotidiana  se transforma, para la novicia, en una ascesis que la hace crecer en solidez de sus motivaciones, superando así el desaliento derivado  de la constatación de las limitaciones propias  y ajenas.

La participación responsable en la elaboración y realización del proyecto comunitario es otra oportunidad e formación para crecer en la pertenencia y en la comunión, pero también para experimentar la obediencia como responsabilidad en las opciones comunes.

Compromiso educativo.
Acercarse en la tarea educativa con la conciencia creciente de que constituye nuestra modalidad de evangelización y de que al mismo tiempo, es camino de formación. No se trata sólo – como habitualmente sucede en el segundo año_ de realizar una experiencia apostólica expresamente preparada y evaluada fuera de la casa de noviciado. Es preciso que la novicia madure mentalidad e interiorice una espiritualidad capaz de expresarse en una misión concreta.

La joven está llamada  a considerar el sistema preventivo como privilegio en las relaciones comunitarias y en la relación educativa. Aprende de este modo que éste es el camino de la santidad que ha de recorrer junto con los jóvenes  y que la misión es también lugar de formación  y oportunidad para el crecimiento.

Mediante diversas experiencias, adecuadamente orientada, la joven tiene la posibilidad de comprobar las propias aptitudes para la misión salesiana.

Conocimiento del mundo juvenil.
Adquiere elementos para un conocimiento más profundo del mundo juvenil, ya sea a través del contacto directo con  os jóvenes, ya sea por medio de la comprensión de los lenguajes y de las lógicas subyacentes a la cultura de la comunicación con el fin de realizar una misión educativa eficaz.

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